domingo, 10 de agosto de 2008

Promesa



Yo no puedo morir, aún. Si ocurriera, triste sería mi ida, pues en el infierno me consumiría… Porque mi alma me grita por no haberla tratado con todo el respecto merecido, y mi conciencia por nunca escucharla. Pero, si tanto mi desgraciada alma, aquel desconocido espíritu, como mi consciencia desgarradora me repugnan ¿cómo es que aún vago en el mundo? Fácil respuesta, admirables, porque todavía mi sentimiento anhela algo, nunca le fue concedido tal deseo, ¡lamento tanto! Siempre quiso amar y no fue correspondido, siempre quiso sentir como tal es su deber, y solo resultó recibidor de quejas dolorosas. No, no pienso defraudar a mi sentimiento también.

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